El pájaro de la miel (The Honeybird) 1984, es una producción sudafricana dirigida por Alan Nathanson. El guion lo firma el mismo director junto con Margaret Heale y está basado en una historia de Bertha Goudvis.
La especie de pájaro que da nombre al título español del film pertenece a la familia indicatoridae, una de las familias que forman el orden de los piciformes. Su nombre en inglés es greater honeyguide, es decir, el mayor guía de miel. La razón de esa denominación es la costumbre que tiene de conducir a algunos animales hacia donde hay colmenas salvajes. Los animales que se benefician de las indicaciones del pájaro suelen ser mamíferos que aprecian mucho la miel, como los babuinos, los rateles o los tejones meleros. El pájaro se asocia con estos animales, ya que necesita que estos rompan el rusco para poder acceder, él también, a la miel. Del mismo modo, la etnia de los bosquimanos (San, como se autodenominan ellos) lleva milenios aprovechándose de la ayuda de este pájaro para localizar colmenas. Los San siempre dejan parte del botín al pájaro, de lo contrario, sus leyendas cuentan que, en otra ocasión, en lugar de conducirlos hacia el rusco, los conducirá hacia la muerte.
La película de Alan Nathanson narra la historia de un ambicioso minero, Piet du Bois, que emigra a Namibia a principios del siglo XX para comprar un terreno donde instalar una granja. En su propiedad, lo más problemático es la falta de agua, pero un día, siguiendo a un bosquimano y a su mujer, observa como estos obtienen agua de una brecha freática que se encuentra, casualmente, dentro de su finca. Piet los expulsa de la propiedad y les impide el acceso al agua, motivo por el cual la mujer del bosquimano muere deshidratada.
Este trágico acontecimiento impulsa al “viudo” a entrar en acción, quien le muestra al minero unas pepitas de oro. Entonces, Piet du Bois le pide al bosquimano que lo lleve hacia “el tesoro”, y en este momento empieza a articularse la alegoría audiovisual que vertebra la película. El bosquimano será el pájaro de la miel, la miel, el agua y Piet du Bois, el incauto que no comparte el botín con el pájaro que le ha permitido excavar el pozo.
Para satisfacer el ansia de riqueza del granjero, los dos personajes centrales del film se enfrascan en una dura travesía por el desierto en la que se pone de manifiesto el desconocimiento que el hombre blanco tiene del terreno y las consecuencias derivadas de su prepotencia, su falta de respeto al medio y a las leyes no escritas de la tierra que pretende poseer.
El estreno de esta modesta producción pasó bastante desapercibido, pero lo cierto es que, esta película no es solo una historia bien narrada con secuencias de estilo documental y enorme naturalidad y belleza, sino que además representa un documento antropológico memorable en el que se contraponen de forma poética y magistral dos mundos, dos formas antagónicas de habitar la tierra. Por un lado tenemos el civilizado modelo sedentario y de acumulación de bienes basado en la propiedad privada, herencia de la revolución que significó la domesticación de las plantas y los animales, encarnado por Piet du Bois y, por otro lado, el modelo salvaje y nómada del cazador-recolector, en la figura del bosquimano.
La película fue filmada 20 años después de que el antropólogo canadiense Richard Lee publicara los resultados de sus estudios sobre el estilo de vida de los ju/‘hoansi, una comunidad bosquimana que llevaba milenios persistiendo en un estilo de vida nómada y un modelo social sin jerarquías ni estructuras de poder basado en la caza y la recolección.
Hasta la divulgación de estos estudios, era común pensar que el estilo de vida nómada era sinónimo de atraso, pobreza y desnutrición, y que solo gracias a la agricultura la humanidad podía afrontar la hostilidad del medio natural. Richard Lee demostró que los miembros de la comunidad ju/‘hoansi presentaban un nivel de nutrición superior al de muchas personas que viven en las ciudades del mundo industrializado actual y que, además, esto lo lograban dedicándose a ello tan solo una media de 2 horas al día, ocupando el ocio la mayor parte de sus vidas.
Gracias al trabajo de Lee, y al de otros antropólogos dedicados al estudio de las comunidades pre-agrícolas, se fue extendiendo la idea de que estas habían sido sociedades prósperas que habían persistido durante milenios, antes de ser extorsionadas por la colonización y también se puso en entredicho que la adopción del modelo agrícola hubiera supuesto una mejora en la calidad de vida de las personas.
Si la antropología, la arqueología y la paleontología nos señalan que nuestro modelo social, político y económico no es una consecuencia inevitable de la naturaleza humana, sino una opción que ocupa un pequeño instante en la milenaria historia de los homínidos, la película de Nathanson nos confronta con la crueldad e injusticia que hay en la base de nuestra civilización y nos impulsa a imaginar modelos alternativos de coexistencia en los que se promuevan otras formas de habitar la Tierra que no nos arrojen, irremediablemente, al ocaso de nuestra especie.
Ariadna Torres, 2021
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